Capitulo siete (Segunda parte)

Andrea y Marco caminaban, em silencio, cruzando las miradas..
Te quiero..-Le dijo Marco a Andrea.
Ella sonrio más que nunca. Y le dijo: Yo también, Marco. ¿Por qué no me lo dijiste antes, cuando yo te lo dije bueno, ellas?
Marco contestó: Esque tenía miedo porque, nunca, nadie, me había dicho eso en serio.
Andrea: Ah.. pero, ahora, ¿yo te gusto, verdad?
Marco se puso rojo, tan rojo que, sus blancos dientes resaltaban, mas que nunca. Además dijo:
Si, por supuesto. y, sonrio.
Sin darse cuenta, llegaron a un restaurante en el que solo había jovenes. Era un sitio pequeño, pero bonito. Las mesas eran como de madera oscura y, las sillas estaban blanditas y tenían un cojín rojo. Las paredes eran blancas, simples, pero preciosas.
El lugar, es mágico. No por la gente, no por la comida, sino porque tú y yo estamos juntos, Esto lo llevo soñando desde que te vi por primera vez.-Dijo Marco que,parecía realmente enamorado de Andrea. Esta se sonrojo, y contestó: yo también. En ese instante llegó el camarero y dijo algo extraño: La mesa de siempre eh?.. ¿Que vais ha tomar?. Pidieron una ensalada y un filete de pollo cada uno, además agua embotellada y fría. Andrea estaba confusa por las palabras del camarero: "¿La mesa de siempre?.." Que ella supiera, Marco lleva un año en la ciudad, venía de Zaragoza.. Andrea pensó que sería una confusión y lo dejo estar. Marco y ella hablaron y rieron. Se lo pasaron muy, muy bien. Pagaros entre los dos y, Andrea le propuso ir a una heladería cercana. Marco contestó que no, que se tenía que ir.
Mañana te veo, cariño. -Dijo Marco, tiernamente.
Si.. :D-Contestó Andrea, ida, en la luna.
De repente, cuando iba de camino a su casa, algo mejor dicho alguien, le tapó la boca:
ahhhhhh!- Un grito ahogado salía de la boca de Andrea pero, en ese momento, no había nadie por la calle, estaba totalmente desierta.
Te voy ha dar una advertencia-Dijo una voz.
Cu.. cual?-Preguntó Andrea, muy asustada.
Alejate de Marco, no le conoces... -Paró- He acabado sigue caminando... y no te gires.
Andrea siguió sus instrucciones, mas bien se fué corriendo.
Al llegar a su casa hizo Andrea, me hizo una llamada y, me contó todo esto.
Cuando acabó oyó un ruido en su ventana y me dijo:
Carmen.. hay algo en mi ventana, no cuelgues, por favor.
Despegó un sobre. Lo abrió y comenzó a leerme la carta en voz alta:
CONTINUARÁ